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Relato: Lourdes Tejera

Ámbito Violencia de Género

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Lourdes Tejera, trabajadora social

El Trabajo Social no es una profesión como otra cualquiera. Viene intrínseca, casi al nacer. Esta es un profesión visceral en la que nuestro razonamiento ha de hacer un doble esfuerzo; emplear los conocimientos adquiridos durante la carrera y la experiencia, pero también las adquiridas a lo largo de nuestra propia vida. Porque en el Trabajo Social no sólo ejercemos una profesión sino que acompañamos en la transformación de miles de VIDAS a lo largo de nuestra andadura profesional… ¿Y cómo hacerlo si no empezamos por la nuestra?

Así es como lo mostré a través de mi propio blog en la entrada “Relatos de una trabajadora social”. Al publicarlo no imaginé el alcance que pudiera tener, pero lo tuvo y retumbó en el propio Colegio de Trabajo Social de Las Palmas, en donde me encuentro adherida desde 2018. Fue así como, en febrero del pasado año, María, una de las cuatro compañeras que conforman las personas contratadas para el Colegio, se puso en contacto conmigo:

– ¡Oye, Aranzazu, hemos leído tu entrada y creemos que puedes aportar grandes ideas al Colegio! ¿Por qué no te pasas por aquí una tarde y hablamos? – Me propuso la compañera.

Y yo, que pocas veces me quedo en la retaguardia, le respondí:

-¡Cuándo quieras!

Es ese preciso instante en el que dos personas realizan la simple acción de descolgar un teléfono el primer paso para todos los cambios que se venían a continuación. A partir de ese entonces comenzó a cocerse la idea de crear un espacio seguro en donde compañeras y compañeros podamos compartir experiencias, crear nuevos proyectos, trasladar opiniones, visibilizar la profesión y reforzar nuestro propio empoderamiento como líderes del trabajo social: El Club de Liderazgo Social.

Estuvimos dándole forma a lo largo de los siguientes meses hasta que finalmente dimos con lo que queríamos. Nuestra intención era, no solo reforzar ciertos conocimientos en las diversas áreas en donde interviene el trabajo social, sino que otras compañeras se sintieran seguras a la hora de abordar complicadas situaciones cuya solución no se encuentra escrita en ningún libro, pero que sí forma parte de las habilidades que se van adquiriendo con el tiempo y la experiencia ¿Qué mejor manera de aprender que conociendo las destrezas de otras compañeras de profesión?

Y si, además, podemos visibilizar estos relatos compartidos para que el resto del mundo pueda entender de qué va esto del trabajo social (que no asistencia social), mejor que mejor. Y este es este el punto en el que nos encontramos.

A través de este blog expandiremos las increíbles andaduras de compañeros y compañeras a lo largo y ancho de su carrera profesional. Nos empaparemos de todo su recorrido, pero también de su motivación para continuar sin que el famoso “Burnout” nos aniquile por dentro.

El 30 de enero dimos paso a la primera sesión. Antes ya había comenzado a darle vueltas para buscar al perfil idóneo que expusiera su relato. Considerábamos que sería positivo que estuviera enlazado con el primer bloque de la sesión en donde trataríamos el ejercicio de nuestra profesión en el ámbito de la Violencia de Género.

¿Y quién mejor que ella?

LOURDES TEJERA (LULÚ)

La conocí de manera indirecta tras mi incorporación en el Servicio de Prevención y Atención Integral a Mujeres y Menores Víctimas de Violencia de Género, en el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana. Digo de manera indirecta porque yo misma era quien ejecutaba el proyecto del que ella fue partícipe en su elaboración. Una vez instalada en la Concejalía de Igualdad de este municipio, el nombre de Lulú resonaba por cada una de aquellas paredes. Para la programación de noviembre de 2022 desarrolló un proyecto dirigido a las mujeres del municipio. Yo escuchaba hablar de él mientras me ocupaba de dar forma y construir las herramientas para abordar el gran proyecto inicial.

Más adelante, en 2023, Lulú presentó un nuevo proyecto dirigido a menores víctimas de violencia de género. Se llevó a cabo con el nombre de “Mediación Creativa” y es ahí cuando nuestro contacto comenzó a ser más cercano por la necesidad de coordinarnos a menudo, teniendo en cuenta que en el servicio con quién tratábamos era con las mamás de esos niños y niñas a las que Lulú acompañó en sus procesos.

Cuando le propuse a la compañera participar en la primera sesión del Club de Liderazgo Social su sí fue sin titubeos. Si antes me gustaba, ahora lo hacía aún más. Me encantan las personas que van a por todas con la seguridad de que, si alguna complicación hubiera, cuentan con todo lo necesario para sortearla.

Quienes la conocen entenderán cuando describo la frescura que desprende a través de sus alocados rizos, su sonrisa, que parece no tener fin, y su profunda mirada. Su tono de voz se caracteriza por su dulzura y, al mismo tiempo, por la firmeza de quien ha andado un largo camino hasta lograr construirse a sí misma.

Mientras intercambiábamos ideas para la primera sesión, le pedí que me trasladara la manera en la que quería ser representada.

– Sinergias creativas para la intervención social -. Me dijo

Sabía por dónde podía ir, pero no tanto hasta que escuché su apasionante relato.

Lulú comenzó su andadura profesional en el primer DEMA (Dispositivo de Emergencia para Mujeres Agredidas) que se instauró en la isla. Nos contaba las dificultades de que un solo equipo de profesionales iniciara un servicio como este, sin ninguna red de apoyo y sin precedentes en protocolos para establecer. Añadía también que este servicio estuvo ubicado justo al lado del antiguo estadio insular, en Gran Canaria, teniendo que afrontar, en innumerables ocasiones, situaciones muy complicadas en donde las parejas de las mujeres víctimas de violencia de género podían observar desde la grada lo que allí sucedía e incluso llegaban a acceder viviéndose así momentos de muchísima tensión. De igual modo, nuestra compañera lo recuerda como una experiencia gratificante por el gran equipo que conformaba ya que la mayor parte de ellas provenían del movimiento feminista, y la motivación y pasión por el progreso era palpable miraras por donde miraras en aquel lugar. Lulú se mantuvo en este servicio durante tres años hasta que, a posteriori, continuó en el ámbito a través de su labor en el 1-1-2 y en un servicio municipal de atención directa en el Ayuntamiento de Las Palmas. Sin embargo, siendo esta área su gran pasión, Lulú fue sintiéndose desmotivada y agotada, no sólo por lo que supone tratar este ámbito a nivel emocional sino por la estructura obstaculizadora que le acompaña.

Durante la exposición de su relato, Lulú nos traslada que este momento la impulsó a perseguir otras inquietudes. Esas que llevaban tiempo revoloteando en su cabeza y hasta el momento no había llevado a cabo. Así, decide estudiar sociología y, además, enfocar su trayectoria formativa y profesional en la parte terapéutica que, tal y como ella misma afirma, desde el trabajo social se contempla pero no está del todo legitimada. Con ello comenzó a introducirse en el mundo del arte-terapia, teatro-terapia y terapia narrativa, construyendo así su propia metodología de trabajo.

¿Y cómo lo desarrolla? – . Se preguntarán

Pues Lulú lleva 15 años como autónoma, presentando proyectos de intervención a diferentes entidades o administraciones públicas, siendo esta una tarea ardua, para qué engañarnos. Para ella es este casi su punto de partida. En donde comienza su trayectoria en el ejercicio libre de la profesión y en dónde puede proyectar su infinita creatividad a través del trabajo social. Esto le hizo ver que podía ejercer de manera muy distinta a cómo se lo quisieron pintar desde un principio y la importancia de que existan otras maneras de trabajar que sabemos que desde los recursos son imposibles debido a la necesidad de priorizar protocolos y cuestiones que nos vienen impuestas, aunque algunas necesarias, pero que no te permiten ejercer libremente.

Ella transmitía que, como profesional, su objetivo es mejorar las condiciones de vida de las personas con las que trabaja sin la necesidad de colgarse medallas, aunque a veces cree que es necesario para empoderar la profesión.

Lulú considera que crear sinergias es fundamental y que gracias a esas sinergias ella ha podido llegar a donde está. No menos importante es la creatividad. Se define como una persona que siembra arte y creatividad allá por donde va. De hecho, cuando empezó a trabajar en el DEMA, Lulú era conocida por el movimiento feminista y conocían a la perfección el arte que corría por sus venas. Por este motivo la contrataron para el turno de tarde, porque se presuponía que por la tarde todo sería más tranquilo, y así ella podría desarrollar talleres de empoderamiento con las mujeres y de creatividad con los menores. Esto tan solo pudo implementarse las dos primeras semanas, pues la realidad era otra bien distinta cuando se dio a conocer el servicio y la avalancha de mujeres se supo inevitable, teniendo que acudir a cualquier punto de la isla y a cualquier hora del día, la tarde o la noche a atender los casos que se presentaban.
Si de alguna manera debiéramos definir a Lulú es, sin duda, como una mujer feminista. No cabe la posibilidad de hacerlo de otra forma. Nos decía que esto es lo que marca la diferencia en cualquier ámbito en el que podamos desarrollar cualquier tipo de intervención y en el de la Violencia de Género muchísimo más, evidentemente, porque es lo que nos permitirá comprender dónde está la raíz de esta problemática para poder abordarla desde un lugar diferente. Ante esta reflexión, Lulú recuerda la cantidad de profesionales, mujeres, con las que se ha cruzado por el camino, con una capacidad de juicio demoledora hacia otras mujeres.

Toda la labor de nuestra compañera viene acompañada desde una perspectiva feminista e interseccional que ella considera fundamental.

La trayectoria profesional de Lulú como autónoma comenzó en 2012. Por aquel entonces residía en el País Vasco, una tierra que adora y que le ofreció muchísimas oportunidades que aún hoy en día le emocionan al recordar. En su discurso, resalta las grandes diferencias existentes entre esta CC.AA y la nuestra, pues en 2015 ella regresó con una mochila llena de ilusiones y proyectos innovadores que tardaron más de dos años en salir adelante debido a la indiferencia mostrada por parte de las administraciones insulares. Esto le resultó frustrante, aunque nunca dejó de creer en sí misma y avanzar.

Volviendo al País Vasco. Allí comenzó con el tema del Teatro Social. Lo hizo tras postularse en una oferta del Servicio Vasco de Empleo en donde buscaban a una Educadora Social (en aquellos años aún no estaban bien marcadas las diferencias entre las dos profesiones) que supiera hacer teatro para realizar intervenciones sociales con mujeres en situación de vulnerabilidad.

-¡Oh, my god! Esto es pa’ mí ¿no? -. pensó. Efectivamente, pa’ ella fue.

Esta nueva etapa la describe como algo impresionante. No solo le pagaban a ella sino que le pagaban a las mujeres participantes por estar generando un proceso de intervención a través del teatro social con una temática preventiva en relación a las adicciones de lo jóvenes. Ellas, juntas, llevaban la obra por los barrios promoviendo conciencia. Era un proyecto ambicioso en el que, por un lado se trabajaba el empoderamiento de la mujer y, por otro, la sensibilización y prevención de la población joven.

Durante su estancia en el País Vasco amplió su práctica en el Teatro Social, trabajando con mujeres con diversas dificultades y relacionadas con distintos colectivos de vulnerabilidad con el fin de que adquirieran herramientas y habilidades para continuar avanzando y reconstruyéndose.

Tras esta gratificante experiencia, alrededor de 2017 retoma en Las Palmas su contacto con la administración pública con un contrato de trabajo en el Centro de Salud de Canalejas, un modo de trabajar que seguía sin convencerle. Su parte creativa y proactiva logró que durante este periodo tomara cercanía y conciencia el propio Centro de Salud con respecto a las mujeres que se encontraban en situación de prostitución en la zona de Arenales y con las distintas entidades que trabajaban con este colectivo. De esta manera, médicos y médicas se involucraron en el proyecto y realizaban talleres y charlas en las entidades, así como las propias entidades y mujeres comenzaron a acercarse de forma más habitual al Centro de Salud.

Al relatar lo anterior, Lulú enfatiza cómo nuestra profesión nos permite poner en marcha iniciativas innovadoras que nos saquen de las pautas y protocolos que la administración exige y que, finalmente, acaba desmotivándonos y alejándonos del amor hacia nuestra vocación.

Lulú señala a “La Maleta Lila de Lulú” como su proyecto estrella. Lo implementó en diversos municipios con mujeres víctimas de violencia de género, pero además fue subvencionado tanto por el Cabildo como por el Instituto Canario de Igualdad.

Durante años, a través de cada uno de sus proyectos, intenta hacer incidencia pública y política con la transmisión de relatos de mujeres contados en primera persona. Para ella siempre ha sido un privilegio acompañar a las mujeres desde su posición y en coordinación con otros agentes externos que intervienen, observando avances reales en el desbloqueo emocional de todas ellas.

Como verán, Lulú es una apasionada. Contaba entre risas que “a veces gasta más de lo que gana” por su motivación a la hora de desarrollar proyectos en ambientes naturales con el fin de crear redes de apoyo mutuo, en donde las mujeres sientan espacios seguros.

Indefinidos son los proyectos que Lulú nos presenta en esta sesión; “yo, mi, me, conmigo”, trabajado en espacios al aire libre durante el confinamiento, fusionando con yoga y danza con la compañía de otras profesionales; exposición “memoria de los anonimatos” poniendo en valor la memoria de las mujeres del municipio; “Cuerpos que narran historias”… Y, por último, Mediación Creativa, en donde trabajó, tal y como comenté al inicio, con dos grupos de menores (infantil y adolescentes) del municipio de San Bartolomé de Tirajana. Lo hizo mediante el arteterapia. Este proceso fue realmente intenso. Los y las menores víctimas de violencia de género se encuentran, en la mayor parte de las ocasiones, en segunda fila, siendo los mas afectados y, a la vez, los más invisibilizados. En la actualidad tenemos la pretensión de que este servicio permanezca, pero… Ya saben, en el laberinto de la administración pública se pierden grandes profesionales y con ellos el progreso de la población más vulnerable.

En definitiva, Lulú siente el ejercicio de esta profesión a modo de complementación. Una forma de sumar a otras compañeras en su recorrido y, sobre todo, a todas esas mujeres a las que trata de generar bienestar y acompañar en cada uno de sus procesos.

Y como no podía ser de otro modo, esta magnífica sesión se cerró moviendo nuestros cuerpos, soltando energía y con un abrazo común promovido por la gran Lulú, artista y creadora de momentos inolvidables como el vivido durante la tarde del 30 de enero.

¡Gracias, Lulú!

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6 comentarios en “Relato: Lourdes Tejera”

  1. Lulú es y será siempre un espíritu libre, vive y ansia vivir sin ataduras. Anhela expresar desde su propia metodología esa lucha feminista!! Lucha contra los miedos a lo grande E.H.A❣️

  2. Mónica Fernández

    Estuve en la sesión y me gustó escuchar a Lourdes., Hoy me ha gustado leer este texto tan bien escrito por Arancha. Cuánto talento concentrado!! Enhorabuena a las dos.

  3. Isabel Tacoronte Martín

    Gracias Lulú, tripular en estos barcos no es tarea fácil. EL naufragio suele ser el segundo de abordo, te felicito y agradezco que sigas manteniendo a flote lo posible y lo imposible, con tus ganas, con tu esfuerzo y tu gran voluntad.

    Isabel T.M.

  4. ¡Magnífica iniciativa! Y muy bonito y necesario conocer y reconocer las vidas, trayectorias, ilusiones, proyectos, iniciativas…, con nombre y apellidos, de compañeras y compañeros que nos personalizan y nos dan valor. Gracias y a por las siguientes historias.

    Felipe Morales

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