Historias del Club de Liderazgo Social
Ámbito Orientación y Prospección Laboral
Imagino que a todas nos sonará eso de “Trabajadora social a todas horas y en todas partes”, y es que difícilmente podemos desligar una cosa de la otra. Dedicarse al trabajo social, aunque no siempre, debería definir a alguien por su nivel de justicia social y por su implicación en la mejora y el bienestar de su entorno y el suyo propio, pero también por la capacidad para dedicarse a una y mil historias, y por meterse en todos los saraos habidos y por haber.
Y justo en esta definición nos encontramos con el compañero, Adonay Santana, quien describe su relación con la profesión como un tira y afloja.
Nuestro sexto invitado al Club de Liderazgo refiere que a pesar de no sentir vocación por el Trabajo Social desde sus inicios, el ejercicio de la profesión ha hecho que se enamore de ella, lentamente, dando un pasito hacia adelante y dos hacia detrás.
-Deshecho y lucho contra ese concepto de trabajo social hiper-idealizado en el que nosotras tenemos que asumir todas las batallas por dedicarnos a lo que nos dedicamos y considerar que desde nuestra posición tenemos la obligación de cambiar el mundo sí o sí -. Afirmaba.
Adonay resalta en todo momento la importancia de autocuidarnos. Sin duda, sentirnos orgullosas de nuestra profesión, y de las habilidades innatas y construidas que nos conforman para abordarla, puede convertirse en una experiencia maravillosa si no nos olvidamos de cuidarnos y de ocupar nuestro tiempo en otras tareas que nos llenen esa pequeña parcela que nos cargan de energía suficiente para continuar con la andadura diaria.
A nuestro compañero no le ha resultado fácil encontrar su camino. Entre risas nos contaba que al terminar la carrera comenzó trabajando de carnicero en el Hiperdino. Realmente desconocía en qué ámbitos se sentía seguro ejerciendo y le costaba mucho esfuerzo encontrar su lugar.
Más adelante dio el salto a la isla majorera pero no para adentrarse en nuestro mundo, no. Aún no era su momento. Lo hizo como cuidador de una perrera municipal. Sin embargo, no le quita ningún valor a lo que esta experiencia le aportó a nivel profesional y, también, emocional. Fue una etapa dura o, tal y como él mismo lo relata, extenuante.
Su primer contacto con el trabajo social fue en la red de acogimiento residencial de menores en situación de desamparo. Tan solo duró las 24h que duraba su primer servicio. He de decir, que no lo he dicho antes, que el compañero Adonay y yo somos
de la misma promoción y nos hicimos muy amigos durante la carrera.
Amistad que ha perdurado en el tiempo. Y justamente aquel servicio fue para sustituirme a mí.
-Domingo.
-Turno de 24 horas.
-Sin experiencia.
-Un sólo educador (él).
-10 menores con 10 historias de vida diferentes.
-Mensajeros de la Paz Canarias.
Creo que con estos datos es suficiente para entender la impresión que pudo causarle aquella fatídica oferta que aceptó por la ilusión que le hacía comenzar en el sector.
-Yo, la experiencia que tenía era de carnicero, así que la solución la tenía bien clara…-. Decía irónicamente ante las risas de los que estábamos allí presentes.
Bromas aparte, estoy segura de que muchas de las personas que se adentran en cada uno de los relatos que compartimos, se sentirán identificadas con nuestro compañero. Precisamente a través de su historia nos gustaría que no se desalienten. Estas son las experiencias que nos fortalecen y nos aportan conocimientos suficientes para saber qué queremos y hacia qué dirección continuar el camino.
Resultaba contradictorio que el propio educador, trabajando para la red de PROTECCIÓN, se sintiera tan desprotegido en aquel momento. No solo por sus factores intrínsecos sino también por aquellos externos que no facilitaban que se pudiera intervenir con las personas que habían dejado a su cargo de manera adecuada.
En esta primera experiencia, además, sufrió su primera agresión con arma blanca por parte de un menor al no cederle el bono de guagua que solicitaba. Contado así es como si esto fuera imposible que ocurra aquí, pero sí, ocurre, y muy a menudo. No se pueden imaginar la cantidad de compañeras y compañeros que he tenido que ver abandonando su profesión por el pánico que sentían al acudir a su puesto de trabajo al día siguiente. Y esto no es responsabilidad de ellas, ni tampoco de los y las menores que pasan sus días inmersos en el miedo que nos causaría a cualquiera vivir de manera cronificada en una incertidumbre vital. El sistema falla. La protección falla. Mientras, la vida tanto de profesionales como de aquellas personas a las que, presuponemos, debemos cobijar, se paraliza.
Por cierto, para quienes dudan, el menor que agredió al compañero no era migrante.
Tras esta primera toma de contacto, Adonay lo tuvo claro:
-Este sector no es para mí.
Es evidente que para ejercer adecuadamente nuestra profesión resulta primordial saber dónde podemos estar y dónde no; qué podemos abordar y qué no.
Sin embargo, a veces las necesidades aprietan, y darnos una segunda oportunidad nunca está demás. Así fue como Adonay volvió a probar en el ámbito de la protección. Esta vez en Fuerteventura.
Para él fue revelador porque la vivencia fue completamente distinta a la anterior. En esta etapa pudo trabajar en equipo, se sintió reforzado y afrontó el reto con mucha más entereza. Y es que en esta profesión existe un factor tremendamente importante que jamás debemos obviar: EL EQUIPO.
Sin un buen equipo de trabajo, tu salud mental puede resquebrajarse en cualquier momento, así que siempre que puedas huye de aquellos entornos carentes de apoyo, comprensión y respeto.
Los inicios de nuestro compañero en la profesión fueron tan intensos como breves. A posteriori continuó subsistiendo realizando diversas tareas que nada tenían que ver, aunque tal y como él nos cuenta, pudo obtener lo mejor de cada lugar para finalmente definir con claridad su ámbito de actuación: El Trabajo Social en la Orientación Laboral.
Gracias a toda su experiencia pudo configurar no solo su perfil profesional sino también el personal.
Por un lado, descubrió la orientación laboral a través de un proyecto dirigido a jóvenes extutelados y en riesgo de exclusión. Cosas del destino, este proyecto también se llevaba a cabo en la primera entidad que le abrió sus puertas, por lo que allí mismo conoció el desamor y el amor hacia la profesión.
A raíz de este periodo, Adonay no ha parado de continuar su camino, cada vez más acertado. Entendió que todo su recorrido había valido de mucho para delimitar ahora su acción. Y no solo eso, sino que en esa delimitación continúo encontrando la manera de aportar como trabajador social en otros sectores inimaginables.
-¿Me enfadé con la profesión o con las oportunidades laborales que tenía? Lo fácil era pensar que nada funcionaba y que yo era la víctima de mis propias circunstancias externalizando siempre todo lo que me pasaba. Con el paso del tiempo y las oportunidades que he tenido, he comprendido que la manera de buscar empleo no era la adecuada; Mi marca personal no era la correcta, mi manera de afrontar las entrevistas era insegura y las opciones que surgían no tenían una recompensa inmediata. Y yo me enfadaba con el mundo. – Concluía
Es así como Adonay dejó de dar pasos hacia atrás, y ahora todo va hacia adelante. Ha ganado seguridad, confiando plenamente en sus capacidades y desarrollándose como profesional en diversos ámbitos, destacando en todo momento sus aprendizajes en la orientación laboral y competencias digitales de la mano de la Fundación Santa María La Real, a la que agradece infinitamente su despegue profesional. A lo largo de este periodo ejerció como TAD, y ustedes se preguntarán de qué estará hablando. Pues las siglas TAD hacen referencia a Técnico de Alfabetización Digital, y su función
es acompañar a personas en su proceso de alfabetización, tan necesario en esta era digital en la que vivimos.
Esta profesión tiene estas cosas ¿verdad? Es tan amplia que resulta imposible aburrirte.
Nuestro compañero ha ido tejiendo su propia red dentro de la profesión, comenzando como instructor en un hogar de protección, sin protección, pasando por el ámbito sanitario, la orientación y, en la actualidad, dedicándose a la enseñanza, pero no de cualquier asignatura, sino de FOL (Formación y Orientación Laboral), por supuesto.
No quisiera finalizar este relato sin hablar del motor de su vida: La música.
Adonay compone sus canciones, las produce y las publicita. Algunas de ellas con un carácter social y reivindicativo muy necesario. Si bien en un principio quisieron hacer de él un mero producto, nuestro compañero se negó a desligar esta pasión a su proceso vital. Su enamoramiento de esta profesión ha configurado una de sus más importantes etapas en dicho proceso. Es por ello que Adonay ha sabido utilizar los canales que tiene a su alcance para sensibilizar a la población a través de su música.
-La música también me ha permitido, entre otras cosas, liberarme de mis cadenas y mis creencias limitantes. Fue una plataforma para yo salir del armario, para comenzar a aceptarme tal y como era. Lo hice con la primera canción de amor en la que hablé de él y no de ella: Júpiter.
Este gran paso cerró a nuestro colega de profesión muchas puertas a nivel músical. Un producto LGTBI por aquel entonces no era lo que más gustaba así que suspendieron contratos tan importantes como una pequeña aportación que le habían propuesto durante un concierto de la gran Rozalén (si ella lo supiera, estoy segura de que jamás lo hubiera consentido.) De igual modo, también se abrió un mundo infinito para él no solo a nivel profesional sino personal.
Adonay es un todoterreno, llevando el trabajo social a cualquier vértice de su vida.
Su exposición no solo fue apasionante sino amena y divertida. Incluso nos puso a prueba para conocer nuestra capacidad resolutiva en un momentito.
Admirable mires por donde lo mires, nuestro compañero finalizó su intervención mostrándonos una próxima pieza músical dedicada a las personas migrantes. ZAMBA, su título.
Un final emocionante en el que supo erizar cada poro de nuestra piel, y es que ¿no es esa una de las cualidades más importantes de un trabajador social? Abrir en canal, emocionar y motivar al cambio que cada uno desea.
Gracias, compañero y amigo, por acompañarnos y desnudarte sin tapujos frente a tantos desconocidos; por tu honestidad y franqueza; por transmitir tanta pasión en cada paso que das y por acabar enamorándote de una profesión a la que le hace mucha falta personas como tú.
Fdo Aránzazu G. Buttler
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