Leire Lizarraga es trabajadora social, sí… pero también muchas otras cosas.
Creadora de Espacio de Acompañamiento Sensible, Leire ha tejido un proyecto propio desde el Trabajo Social, los cuidados y una mirada muy personal hacia el vínculo y la transformación.
En esta conversación, nos habla de sus comienzos, de lo que la inspira, de los miedos al emprender… y de lo que ha aprendido por el camino.
Si alguna vez has sentido que querías hacer algo a tu manera, esta entrevista es para ti.
¿En qué consiste tu proyecto o actividad como profesional libre?
Mi proyecto nace a partir de una necesidad muy profunda de encontrar el espacio ideal para acompañar a las personas de una forma más humana, amable e individualizada. Combino diversas formaciones y conocimientos para ofrecer un acompañamiento en diferentes momentos de la vida de una persona/familia. De esta manera, mi proyecto abarca el ámbito social, psicopedagógico, victimológico y de intervención familiar y con la pareja, con una especialización destacada en el campo de los procesos de divorcio y las altas capacidades intelectuales (que incluye el conocimiento de las necesidades cerebrales y de desarrollo infanto-juveniles). Además, ofrezco formaciones e imparto talleres a demanda y en respuesta a necesidades específicas de mis clientes/as.
¿Cómo diste el salto al emprendimiento?
El salto al emprendimiento lo doy confiando en que puedo ofrecer mucho más allá de lo que han sido mis funciones a lo largo de mi trayectoria profesional por cuenta ajena y dependiente de instituciones y organizaciones sin ánimo de lucro. Mi sed de conocimiento y mi pasión por el aprendizaje me llevan a querer dar mucho más de mí en el acompañamiento a las personas/familias que confían en mi trabajo y decido, tras el fallecimiento de mi mami, poner patas arriba la vida que llevaba para poder vivir de acuerdo a mis deseos y sueños.
¿Cuál ha sido el mayor reto y la mayor satisfacción?
El mayor reto ha sido la paciencia por esperar a recoger lo sembrado. El trabajo de emprendimiento requiere de constancia y de probar diversas estrategias hasta que das con la tuya propia y logras, por fin, situarte en una posición que te resulta acertada. Otro reto que no debemos olvidar es esa sensación de soledad y de avanzar de forma solitaria en la toma de decisiones y en el camino del negocio propio, rechazando el altruismo y cambiando la forma de percibir la ayuda que hasta emprender ha sido puro servicio sin «monetizar». La mayor satisfacción ha sido la de conseguir los objetivos establecidos y comprobar que mis clientas quedan felices y satisfechas con mi ayuda profesional.
¿Qué herramientas o apoyos han sido clave en tu camino?
A nivel individual las herramientas imprescindibles han sido la de mantener la confianza en mí misma y apostar por mí. Empecé esta aventura recién llegada a una isla, sin apoyos ni contactos y el Colegio fue un sostén importante, concretamente María. Tiendo a ser reservada en los contactos e interacciones y sé que a la larga esto ha podido suponer un freno en mi emprendimiento, pero quien me conoce, me recomienda porque lo que hay detrás de mis redes sociales y la web (que tengo que actualizar, por cierto) es una mujer apasionada que aporta lo mejor de sí misma para favorecer los procesos y las situaciones de las personas que me contratan.
¿Qué le dirías a alguien que se lo está pensando?
Le diría que estructure un plan de negocio flexible, que se ocupe de formarse permanentemente y que tenga claro que, antes que profesionales, somos personas. Asumir la responsabilidad única en intervención social puede asustar, pero cuando trabajas en ti y te formas constantemente puedes ofrecer una calidad en tus servicios que te permitan avanzar con la seguridad que necesitas.
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