¿Qué te motivó a dar el paso y proponer esta formación? ¿Por qué sentiste que era importante compartir tu conocimiento con otras compañeras?
Cuando dejé de trabajar en menores tras 14 años y cuando me equivoqué tantas y tantas veces en la elaboración y justificación de subvenciones pensé que era una pena que, al cambiar nuevamente de área de trabajo, quedara en mí tanto conocimiento acumulado desde la experiencia.
Quería hacer algo con ese conocimiento, pero no tenía claro el que. Comencé por crear mi logo: una mariposa con el cuerpo en forma de llave = dejo volar mi imaginación, pero con una llave que me abra las puertas que me lleven a donde deseo estar.
Al crear el logo e ir formándome, no solo desde la experiencia sino con educación reglada, decidí hacerme una tarjeta de visita e ir tanteando el terreno inexplorado del trabajo privado. Subí la misma a LinkedIn y la tengo como firma de mi correo electrónico. De ahí surge que María Rupérez me pregunte si deseo dar la formación: “Elaboración práctica de proyectos sociales y subvenciones: desde la formulación hasta la justificación”.
Aunque no tenía ningún material creado dije “sí a todo” y me puse a elaborar el material: guía del alumnado, unidades didácticas, presentaciones y material anexo.
¿Cuál era el objetivo principal del curso? ¿Qué necesidades formativas concretas detectaste en la profesión que buscabas cubrir con él?
Los objetivos eran ir construyendo un proyecto juntas/os durante la formación, ver los tipos de subvenciones, donde localizarlas y como leer unas bases de convocatoria. Familiarizarnos con términos como Declaración de Utilidad Pública o TC1 y TC2.
Trabajar como responder a un requerimiento, cuáles son los errores que más cometemos al planificar y al justificar y hacer mas amable la lectura y comprensión de la Ley de Subvenciones partiendo de ejemplos concretos.
Me retrotraje a cuando comencé a elaborar y justificar proyectos buscando formación reglada y apenas había nada que no fuera teórico. En ese momento una compañera de nuestro Colegio dio una formación bastante práctica sobre elaboración de proyectos y me sirvió como inspiración para elaborar las unidades didácticas. Y digo que me inspiró porque, aunque busqué y rebusqué en casa y mis discos duros, no encontré nada del
material valioso que nos aportó sobre objetivos, metas y metodología.
¿Cuáles fueron los mayores retos y las mayores satisfacciones al diseñar el temario y ponerte en el rol de docente para tus propias compañeras?
Sin duda mi mayor reto era ser didáctica siendo lo menos teórica posible. Manuales para elaborar Proyectos Sociales existen muchos y por profesionales mejor formados que yo. Mi reto era explicar de forma sencilla todo el proceso desde que como Trabajadora Social de una entidad concursas a una subvención hasta que la conceden, se ejecuta y la justificas.
La mayor satisfacción ha sido y sigue siendo ver como todo el conocimiento adquirido a través del ejercicio profesional no se queda en mí, sino que puedo trasmitirlo. Como digo a mis alumnas/os: “después de esta formación podrán cometer otros errores, pero no los que yo ya cometí”.
Ponerme en el rol de docente ha sido disfrutado y sufrido casi a partes iguales. He partido de docentes referentes para mí y de su metodología. Me he basado en los casi 15 años que he sido tutora de prácticas. pero cuando llega el momento de plantarte delante del alumnado afloran muchos miedos e inseguridades. Creo que tuve mucha suerte con mi primer grupo al que di la formación. Fue un grupo muy participativo y eso me ayudó mucho a darle ritmo a la formación y poder explicar todo lo que quería aportarles partiendo de sus preguntas.
¿Qué aprendizajes te llevas de esta experiencia, tanto en tu faceta de trabajadora social como en la de formadora?
Me satisface compartir los conocimientos que tengo, conocer las dificultades y recursos que el alumnado me aporta de forma generosa en cada formación. Solo me hace pensar en que deseo seguir dando esta formación y otras que pudieran surgir.
Estoy impartiendo ahora mismo la segunda edición de la formación y es una versión mejorada gracias a las aportaciones y dudas del primer grupo. Y, como no podía ser de otra manera, ya tengo una lista de aportaciones del nuevo alumnado.
El Colegio apuesta fuerte por el «talento colegiado». Desde tu experiencia, ¿Qué valor diferencial aporta que la formación sea impartida por una compañera que entiende de primera mano la realidad de la profesión?
Sin duda, cuando la docencia está impartida por Trabajadoras/es Sociales que han trabajado de lo que están formando, la experiencia es superlativa. La teoría se entrelaza con la práctica de forma sencilla y es muy enriquecedora para el que la imparte y el que la recibe.
Esta apuesta del Colegio me parece un ejemplo mas de respeto por la profesión y de cuidado hacia sus colegiadas, pues me ha dado la oportunidad de crecer profesionalmente, enfrentarme al reto de construir de cero un temario y mantenerme actualizada en todo lo relacionado con la formación que imparto.
Después de esta experiencia, ¿cómo animarías a otras compañeras a compartir su conocimiento y proponer nuevas formaciones?
Pues les diría que compartir el conocimiento es casi una obligación que tenemos como personas y como profesionales del Trabajo Social.
Cuando llevamos algunos años en una misma área y somos proactivos en nuestra profesión, nos volvemos expertos de eso concreto que hacemos a diario. Piensa en cuando llega una compañera nueva y le enseñas las funciones y tareas del puesto.
Si nos sentamos, sistematizamos el saber acumulado, lo vestimos con la teoría que lo sustenta y lo escribimos de forma didáctica, estamos en condiciones de dar una formación desde la práctica, circunscrita al área donde trabajamos.
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